Sentí el sabor seco en la garganta, mi sed me despertó, bajé por un
vaso de agua en medio de la obscuridad, era de noche, según el reloj
eran las 3:00 a.m. me serví un vaso de agua de la cocina, y sentí que
unos ojos me espiaban, un escalofrió recorrió mi cuerpo, entonces fue
cuando volteé y vi esos ojos rojos encendidos como el carbón
me veían a través de la ventana, me asusté demasiado, quede
petrificado, de pronto una voz detrás mio se escucho -No temas hijo
mio- No podía sentir tranquilidad, pero las piernas no me respondían y la
garganta se me había cerrado, no pude pedir auxilio, y el prosiguió. -No temas,
eres mi hijo, eh estado esperando este momento.- Mi respiración se
agitaba, y empecé a sudar en frío, pero el prosiguió. –Es hora de que despiertes,
recuerda de donde viniste.- Luego de esto desapareció detrás de mí, me rodeó y
se puso en frente de mí. Era un hombre delgado, alto y de una tez morena clara,
como el café con leche, venía bien vestido, de traje negro, que hacía notar más
su delgado cuerpo, llevaba una camisa blanca y también una corbata roja como el
color de la sangre. El hombre se detuvo en seco, me miró a los ojos fijamente,
luego me besó la frente y me dijo “suerte”.
Desperté en mi cama, con el sabor seco en la garganta, mi sed me despertó, no puedo creer que haya estado allí todo el
tiempo, solo fue un sueño, un terrible sueño, bajo a tomar un vaso de agua, veo
el reloj, son las 3:30 a.m. voy a la cocina y me sirvo un vaso de agua, veo al
lado del garrafón del agua, un vaso servido a tope de agua, lo veo extrañado,
de pronto llamo a mis padres que están dormidos, les grito, no
contestan, así que corro a su habitación y los busco, lo único que
encuentro es que ellos están descuartizados y en las paredes pintadas con
sangre se ve la leyenda “El agua nunca volverá a saciar tu sed, solo la sangre
de los inocentes lo podrá hacer”, en mi se despierta un horror incalculable,
pero una parte de mi no se inmuta, no se siente triste o siente
un remordimiento, después de todo yo hice eso, mi padre me lo ha
advertido, he despertado del sueño que me había acorralado por tanto tiempo,
esa sed no era una sed normal, y yo no eh vuelto a ser el mismo, este escrito
es solo un recordatorio a mi mismo de que no soy humano, no tengo
conciencia, pero sobre todo es una advertencia humano, de que debes cuidar
siempre tu espalda, cada noche que en tu vida pase, pues yo sediento
estaré asechándote.
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